Redacción (Agencias).- La gastronomía guatemalteca, fusión de la cultura maya y la española, expone platos típicos imperdibles como el pepián, el jocón, el kak ‘ik (caldo colorado de pavo) y el fiambre.
Sin embargo, el 1 de mayo deslumbran sobre todo los tayuyos, conocidos como “tamalitos de las siete costuras”, una sabrosura conformada con masa de maíz rellena de frijoles, a la cual algunos agregan queso, chicharrón molido, loroco o pedacitos de chile picante.
Los llamados ub’en en idioma quiché —parecidos a las tortillas, aunque más gruesos— igualmente emergen con su tradición milenaria cada 3 de mayo, en reverencia al Día de la Cruz o del Albañil.
Se comen en esas fechas para agradecer por las lluvias, el sol y los alimentos, precisó la chef Thelma del Rosario.
Esta delicia chapina acompaña el reclamo o celebración por la llegada de la temporada de precipitaciones y el comienzo del ciclo agrícola.
“Los tayuyos no solo se comparten con los seres queridos, sino también con las aves como los pajaritos y zanates, cuyos cantos llaman a la lluvia”, subrayó Del Rosario.
Platos típicos imperdibles
Su olor trasciende esas primeras jornadas y perdura todo el mes, e incluso llega hasta junio, durante las fiestas en el municipio de San Antonio Aguas Calientes, departamento de Sacatepéquez.
La tradición local suele prepararlos entonces; luego las personas los obsequian a los padrinos de boda o bautismo, en visita especial que estos hacen a sus ahijados como muestra de gratitud.
En San Agustín Lanquín, Alta Verapaz, destacan los tayuyos de yuca con un toque de chile cobanero, esencia culinaria de la región.
En otras zonas el nombre cambia a chepes, mientras que en el noroccidente del país existe un platillo similar conocido como tunes.
Otra variedad, coinciden varios chefs, son los pishtones, especie de tortillas más gruesas, pero sin ningún tipo de relleno.
Por Prensa Latina