Una resignificación del rol que el periodista juega en la relación entre el contenido y la audiencia.
Son cada vez más los casos de periodistas que emprenden por su cuenta.
También, y sobre todo, son cada vez más los casos de medios independientes que demuestran que es posible aspirar a un mejor presente para el periodismo.
Y a un mejor estilo de vida para el periodista.
En Estados Unidos abundan los casos.
Ahí están Puck, Defector, 404 Media y The Information.
O incluso Axios que de tan grande terminó convirtiéndose en una suerte de medio corporativo de nueva generación.
En Latinoamérica, aunque en menor medida, son cada vez más los periodistas que en grupo o en solitario optan por desarrollar sus propias iniciativas.
Ahí está el grupo de mujeres periodistas mexicanos que se ha reunido en torno a Opinión 51.
Ahí está el reciente lanzamiento de Blacky Stream que pretende emular en México el éxito de los medios nacidos como canales de streaming en Argentina.
Cuando no optan por comportarse como un colectivo u organización en toda forma, se vuelcan a escribir un newsletter como éste o a desarrollar sus propias audiencias en TikTok, Instagram o YouTube.
La edad, aunque muchos piensan lo contrario, no es más un filtro para determinar quién se va y quién se queda.
El éxodo de talentos periodísticos ocurre tanto entre las nuevas generaciones como entre las viejas.
En Estados Unidos, dos nuevos medios se suman a la lista.
The Contrarian, creado por la ex columnista del Washington Post Jennifer Rubin y el ex diplomático y comentarista televisivo Norman Eisen y Core Memory, fundado por Ashley Vance, quien formaba parte de Bloomberg como periodista especializado en tecnología.
Desde ya, Substack otorga a Core Memory la insignia que habla de que dicha publicación cuenta con cientos de suscriptores pagos.
Ambos nacen en Substack.
Relación entre el contenido y la audiencia
El primero producto de la inconformidad de Rubin ante las decisiones editoriales impulsadas por Will Lewis y avaladas por Jeff Bezos.
El segundo como un movimiento natural ante los numerosos periodistas de tecnología que han encontrado en el newsletter una nueva forma de vivir de su obra.
Como lo hace Ben Thompson con Stratechery.
Y como lo hace Alex Kantrowitz con Big Technology.
Comienzan a ser tantas las publicaciones independientes que surge la necesidad de agruparlos.
De contemplar escenarios en que una misma suscripción da acceso a varios de ellos.
De incluso modificar la experiencia de consumo para destinar una duración más amplia a ese consumo pero con menor recurrencia.
Los tiempos han cambiado.
Los periodistas entienden que son sus propios medios.
Que sus marcas valen.
Que las comunidades que forman les pertenecen.
La pregunta es qué podrán hacer los medios para volver a atraerlos.
Ya no para que alimenten el tradicional generalismo.
Sí para que ofrezcan unos medios de gran alcance con una cobertura de nichos sin precedentes.
Puede que el éxodo de talento sea definitivo.
Pero también que muchas de esas firmas personales que se están yendo acaben volviendo.
Sólo que con el propósito de lo que hacen mucho más claro que cuando un periodista estaba a las órdenes de un editor.
Por Mauricio Cabrera
