En el Partido de la Liberación Dominicana la eliminación del limoncillo en el patio trasero de su sede debió corresponder a su más trascendental acto político del año; más, incluso, que su ya cercana fecha aniversario.
Toda la cúpula peledeísta debió convocarse al Foro de la Cultura para tributar homenaje al desprendido y protector militante. Que el presidente Danilo Medina y el secretario general, Johnny Pujols pronunciaran sendos panegíricos: El primero admitiendo haberle dado el tiro de gracia y, el segundo, prometiendo rescatarlo de entre los muertos.
¡MI ÁRBOL Y YO CON DIOS Y CON JUAN BOSCH!
¡Insisto! Para el boschismo auténtico el limoncillo del PLD equivalía a la estrella de su bandera.
Quedamos deforestados y apagados: la cortaron sin un acto político acorde a su categoría.
En Casa Nacional muchos saben de mis afanes por evitar su deterioro por descuido. Logré del mejor Gobernador (José Paulino) que le construyera un redondel y agregara buena tierra y llegó a mejorar la calidad de su producción ya mermada.
Limoncillo en el patio trasero
No le hicieron el funeral político que merecía por todos los frutos que dio en su plenitud.
¿Sus raíces se negaron a alimentarse del suelo contaminado? ¿Al sentirse menospreciado y rechazado perdió la motivación de ser el fiel militante que se elevada al Cielo para proveer de sombra como Juan Bosch a sus (buenos y malos) discípulos?
No boten los troncos mellizos del limoncillo del PLD. ¡Por favor! Crémenlo en un acto político partidario que coincida con el aniversario fundacional, y las cenizas deposítenla en las raíces de otro criado artificialmente en vivero y que como ciclópeo reto con el tiempo ocupe el lugar cimero de su predecesor.
¡Qué descanse en paz el limoncillo del PLD! ¡Qué vaya con Dios y con Bosch!
¡AMÉN!
(Tengo fotos, pero sería revictimizar el añorado árbol y acrecentar las congojas de los que desconsolados recordamos pujanza y gloria).
Víctor Cuevas
Desde el autoexilio



