¿Qué hacemos cuando una persona está en problemas? ¿Decimos: “No es asunto mío”? Por supuesto que es asunto mío y debería preocuparme. Todos hemos estado en el pozo de la desesperación y sabemos muy bien lo que se siente estar ahí.
Una persona en problemas no necesita un sermón. La persona quebrantada no quiere ser desechada. Una persona en problemas quiere una solución y posiblemente esa solución está en tus manos. He aquí algunas pautas para hacerlo.
Debes hacerlo con cuidado: En primer lugar, debes hacerlo con mucha suavidad. Para vendar una herida uno realiza esto con mucho cuidado. En Gálatas 6:1 dice “Si otra persona está dominada por algún pecado, deberían ayudarla a volver al camino recto con ternura”.
No puedes restaurar a alguien si eres duro y autoritario. Puedes restaurar a tus hijos con gentileza en lugar de golpearles, gritarles y criticarlos. Tu prójimo necesita ternura. Restaura a tal persona con espíritu de mansedumbre. Hazlo con mucho cuidado para no agravar la situación.
Debes hacerlo con humildad: Posiblemente en tu interior puedas decir “Bueno, a mí no me pasará” o “Eso le pasó porque se lo estaba buscando”. Si Jonás, Pedro, y muchos otros fallaron puedes estar seguro que en algún momento también te sucederá lo mismo.
En Gálatas 6:3 dice “Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante”. Una persona que necesita ayuda la necesita recibir de una persona con un espíritu genuinamente humilde.
Debes hacerlo con determinación: Una persona que está en problemas no está encontrando la solución. Es muy similar a cuando estás en una habitación oscura y no encuentras la llave de luz. Alguien tiene que ayudarla para salir de su encierro.
En nuestro pasaje de Gálatas 6:2 dice “Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo”. Los verbos “ayúdense” y “obedezcan” son imperativos. Es un mandato estricto. No tenemos opción. Esa “restauración” es nuestro deber.
Concepto importante: asunto mío y debería preocuparme
Cuando ayudas a unas personas estás cumpliendo con el segundo mandamiento más importante, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Cuando Dios pone personas en tu camino que necesitan ayuda, Él sabe lo que ellas necesitan y sabe lo que tú puedes hacer para ayudarles.
Recuerda no atacar a la persona sino el problema de la persona. Esto requiere mucha oración, ser sensible y tierno con la persona, pero implacablemente determinado en buscar una solución.
¿Has recibido ayuda en algún momento de tu vida? Es muy probable que Dios te ha preparado para que puedas ser la persona que pueda ayudar a otros para llevar su carga. Toma la determinación en obedecer la invitación de Dios en ser un instrumento útil en Sus manos.
Motivo de oración
Señor Jesús hoy vengo delante de ti agradecido por haberme sacado numerosas veces de mis problemas. Gracias por enviarme personas que me ayudaron. Hoy yo quiero ser esas personas que Tú uses para ayudar a otros.
Por Arnold Enns