Es difícil entender cómo un gobierno, que llega de pronto, es presa de críticas descarnadas de aparentes «amigos» de la prensa que al menos por ahora, no tendrían entre sus focos atacar e incluso, cambiar párrafos «lindos» por publicidad (bocinaje).
Para entender el fenómeno del por qué el gobierno municipal de Dio Astacio es hoy centro de payasadas criticables y figureos desmedidos, hay que ir hasta el propio día de su llegada, cuando se gastaron muchos miles para que el personaje caminara por una alfombra roja y bajo una gran carpa del mismo color y blanca, superando lo gastable incluso, en un traspaso presidencial.
La payasada de llegar en un carro eléctrico monoplaza, copiando al Tesla del presidente y todo ese andamiaje, mostraba un ente que se cree estrella más que gente, marca más que humano, aupado seguro por lambones anillos que alimentan si ego hasta el ridículo.
Usar casco bajo techo, montarse en un montacargas como si lo manejará, empujar un carro en un aguacero y la última, manejar el sistema de un equipo succionador, junto a ya decenas de videos e imágenes mostrando su figura casi hasta cuándo va al retrete, hacen pensar que están más preocupados en vender la figura del alcalde que en trabajar.
El ciudadano dominicano del 2024 ya no cree en figureadores.
Presa de críticas descarnadas
A la misma velocidad de estas ridiculeces, la ciudad, que estaba limpia, se repleta de basura, como si fuera una maldición más que un traspaso lo que se esté sufriendo y demostrando muy rápido la incapacidad del autodenominado gerente y peor, el staff que anda con él.
No hay forma de que se recupere.
Se puede, si existiera en realidad espíritu de servicio y no de figureo desmedido, como si de un Dandy africano se tratara, que un pico, un problema en específico, se solucione, pero salvo dos o tres casos, hasta el perfil de los directores que le acompañarán en su gestión dejan mucho que desear.
En la misma semana y como para que no queden dudas, el alcalde propone al Concejo de Regidores el primer cambio de uso de suelo para una Estación de Combustibles a una empresa que le debe dinero a la propia alcaldía en arbitrios y según se ha conocido, sobre un terreno no deslindado.
Este apuro sella el perfil del personaje que además, invade espacios públicos siendo el encargado a cuidarlos, para colocar vallas políticas y congraciarse con el presidente.
Por Fernando Buitrago