Desde tiempos inmemoriales se ha dicho, con cierto dejo de verdad ya manera de crítica, que los dominicanos somos los reyes de la improvisación.
Improvisamos en la salud, el tránsito, el transporte de cargas y de pasajeros, improvisamos en la política, la seguridad pública y ciudadana, en la implementación de políticas sociales.
Esta última casi siempre deviene en actos dolorosos que benefician a un grupito.
Improvisamos en la construcción de obras civiles y en las obras públicas. En fin, el dominicano improvisa en todo y cuando no puede improvisar, inventa lanzando el dado “a ver qué sale o cómo se da”.
Cuando las cosas salen mal, el responsable o los responsables no dan la cara, pues actúan sin meditar ni analizar las consecuencias de sus medidas de pata.
Nuestra fama como improvisadores es antológica y de nada nos ha servido la ocurrencia de una serie de acontecimientos con pérdida de vidas humanas para que tomemos las condignas decisiones que eviten muertes masivas.
Hace tiempo, mucho tiempo, que tanto el Instituto de Sismología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo ya manera particular el geólogo Osiris de León, entre otros especialistas, nos han advertido sobre la posibilidad de que en República Dominicana ocurra un terremoto de gran magnitud que provoque grandes destrucciones y centenares de millas de muertes.
Esas advertencias son recurrentes, pero no se toma ninguna precaución.
Somos los reyes de la improvisación
El terremoto de Haití hace diez años, fue un gran referente y una seria advertencia que nos recuerda la posibilidad de una gran catástrofe en nuestro país.
La misma advertencia nos llega cada vez que ocurre un temblor en distintas partes del mundo.
Los geólogos e ingenieros estructuralistas han recomendado una y otra y otra y otra vez la creación de una unidad de especialistas que certifique la calidad de las construcciones en los sectores público y privado, y entre sus recomendaciones está la modificación del modelo de construcción que se hace en República Dominicana.
Alegan que muchas de esas construcciones no cuentan con la calidad ni se les aplica la rigurosidad debida en términos de seguridad. Como no hacemos nada, sólo nos quedará lamentarnos si ocurre un terremoto.
No hacemos nada para remediar la situación y llevar tranquilidad a quienes en base a sacrificios adquirieron una vivienda en hermosas torres de zonas residenciales y de clase media de la Capital y en condominios de los suburbios también muy de moda en zonas semiurbanas.
Nos contentamos con decir que la industria dominicana de la construcción está en auge, pero nada se dice de la seguridad y calidad de las construcciones.
La primera alarma de que algo grande se acercaba sonó el 19 de enero de 2023 cuando en La Vega se derrumbó un edificio donde funcionaba una mueblería.
Somos los reyes de la improvisación
Los escombros sepultaron a seis empleados del negocio, falleciendo la joven Yasiris Joaquín.
La experiencia se repitió el 31 de enero de 2024 en La Romana. Allí por igual se derrumbó otro edificio que evidentemente adolecía de fallas estructurales.
Evidentemente las experiencias no nos enseñan. Nos mantenemos indiferentes como siempre.
Como consecuencia de no haber tomado las debidas de inspección y supervisión de estructuras con gran afluencia de público, hoy el país llora y siente la vergüenza por la muerte de medidas hasta ahora de 234 dominicanos y varios extranjeros sepultados bajo los escombros al derrumbarse el techo de la discoteca Jet Set cuando disfrutaban de un concierto del excelente merenguero Rubby Pérez, un acontecimiento que por su magnitud ha trascendido las fronteras dominicanas y ha resonado en todos los confines del mundo.
La negligencia es tan palpable que el propio presidente Luis Abinader reconoció que hasta el momento no hay una institución del Estado que certifique las construcciones y obras del sector privado, a pesar de que muchos sectores han llamado la atención sobre la necesidad de que ese vacío sea llenado.
Ahora han aparecido unos legisladores, no se sabe si motivados por la vergüenza, la responsabilidad o el figureo están proponiendo iniciativas congresuales que nos aseguren la inspección y certificación de las obras públicas y privadas.
Somos así y así somos, con el permiso de la distinguida periodista Cornelia Margarita.